Periódico La Jornada
Viernes 26 de febrero de 2010, p. 40
Al término de la ceremonia de presentación de la Constitución Política mexicana traducida al náhuatl, el historiador Miguel León-Portilla advirtió: “tenemos que volver a insistir en que se cumplan los acuerdos de San Andrés Larráinzar porque se tiene en un gran olvido a las comunidades y pueblos indígenas del país”.
En el patio del Senado de la República, donde se efectuó la ceremonia, como parte de los festejos del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución, el también antropólogo aseveró que “hoy es un día glorioso, grande, porque se traduce la Constitución a la lengua indígena con mayor número de hablantes, dos millones. Ojalá pronto se traduzca a las otras seis lenguas más importantes, como el zapoteco, mixteco, otomí, purépecha, entre otros, además del maya”.
León-Portilla, autoridad en materia del pensamiento y literatura náhuatl, dijo que al entregar la Constitución en esa lengua “ya no se sigue con el concepto de proteccionismo a los indígenas, sino en el reconocimiento de sus derechos”.
Ante decenas de indígenas nahuas, el historiador hizo un rápido recuento de las constituciones que el país ha tenido, y señaló que la de 1857 “fue una cosa grotesca porque inmediatamente después vinieron los latifundistas y se fueron apoderando de las tierras indígenas, y en el porfiriato fueron desposeídos de sus tierras, quedaron como peones, hacinados en los peores lugares”.
Sostuvo que fue la Constitución de 1917, “gracias a los zapatistas y a Emiliano Zapata, que luchó por la restitución de las tierras a los pueblos originarios, y en el artículo 27 se reconoce que se pueden organizar y se vuelve a reconocer la propiedad comunal, pero es hasta la reforma constitucional al artículo segundo cuando se reconoció que la nación mexicana es pluricultural, pluriétnica y plurilinguista”.
Patricia Galeana, secretaria técnica de la Comisión Especial encargada de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución, señaló que no fue hasta la reforma de 1992 cuando se reconoció que “somos un país pluriétnico y pluricultural. No obstante, la Constitución no se tradujo al náhuatl, la lengua indígena mayoritaria. Hoy tenemos el gusto de entregar el texto constitucional a las comunidades indígenas hablantes de esa lengua”.
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