miércoles, 24 de marzo de 2010

Impulsan el rescate de las lenguas originarias, en EU

HUAJUAPAN, IGABE.- Esta semana el Centro de Estudios y Desarrollo de las Lenguas Indígenas de Oaxaca (Cedelio) firmará un convenio de colaboración con cinco universidades de Estados Unidos para rescatar y preservar los dialectos de la Mixteca, en jóvenes oaxaqueños que estudian en el extranjero, así como la enseñanza de las mismas en otros países.

El director del Cedelio, Andrés Hernández Cortés, dio a conocer que estudiantes de Lingüística, Antropología y Sociología de universidades de Nueva York, Los Ángeles y Arizona visitaron la entidad con el objetivo de conocer los proyectos que realiza dicho organismo en pro del rescate y preservación de las lenguas originarias.

“Es un avance muy significativo que estudiantes quieran conocer el trabajo que llevamos a cabo, les enseñamos nuestro proyecto y se mostraron muy interesados y por eso, esta semana firmaremos un convenio con cinco universidades”.

Señaló que el convenio será con instituciones de nivel superior de Los Ángeles, California; Nueva York, Phoenix, Arizona, y dos más que están por decidirse. Todas ellas tienen en promedio una matrícula de 20 estudiantes originarios de Oaxaca.

Hernández Cortés explicó que “el Cedelio acudirá a las universidades de la Unión Americana para dar asesorías en tres lenguas: zapoteco del Valle y de la Sierra Norte, la lengua mixteca de la parte de Juxtlahuaca, Silacayoapan y Tlaxiaco, y también la lengua chinanteca, que corresponde a la región de Tuxtepec”.

Sostuvo que el programa a desarrollar con los jóvenes tanto del estado como de otros países contempla tres módulos, “el primero de ellos es en el contexto lingüístico, el segundo es gramatical y el tercero es de interculturalidad, o sea, la cosmovisión de valores de pueblos originarios de Oaxaca”.

Hernández Cortés dijo que a pesar que el proyecto está diseñado para tres meses, aún no se establece a detalle el desarrollo del programa.

Por último, apuntó que “el acuerdo es importante para el estado y para el país porque el gobierno mexicano tendrá la oportunidad de trabajar con sus compatriotas y demás estudiantes en la enseñanza de las lenguas originarias que son significativas para preservar”.

“Todos Nacemos Iguales, solo la educación nos hace diferente"

miércoles, 17 de marzo de 2010

No existe la justicia para los migrantes indígenas, denuncia académico de la UI


Guillermo Ríos / El Sol de México
Ciudad de México.- Los inmigrantes indígenas que abandonan su tierra en busca de una mejor vida para ellos y sus familias transitan por los márgenes del Estado al no ver la justicia más que desde la distancia, y para éstos el Estado de derecho prácticamente no existe, afirmó Yerko Castro Neira, académico del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana (UIA).

El académico hizo esta observación a raíz de la investigación que realizó en México y Estados Unidos: Los límites de la justicia. Estudio de una comunidad de indígenas migrantes y su enfrentamiento con la justicia, en la que aprendió que los indígenas mixtecos de Oaxaca conocen muy poco sus derechos, los cuales al migrar a Estados Unidos descubren cómo es el derecho al trabajo o la educación.

"Por desgracia eso lo aprenden allá y al retornar a México ven que la mayoría de los pueblos indígenas piensan que no son sujetos de derecho, y éste no forma parte de sus vidas cotidianas", aseveró.

En su trabajo de campo, con el cual ganó el Premio Fray Bernardino de Sahagún, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a la mejor tesis doctoral, Castro Neira consideró que la ley y la justicia van por caminos diferentes en ambos países, al tener cada uno un Estado que procura justicia y trabaja en beneficio de un sector de la población; y para otros sectores, como los indígenas, es un Estado muy delgado, pequeño y frágil.

lunes, 8 de marzo de 2010

Letras violetas/ Más allá de su mirada

Soledad JARQUIN EDGAR
Oaxaca, México.- En el contexto del Día Internacional de la Mujer todo sucede y pasa porque confundimos esta fecha con cualquiera otra, como si se tratara de una festividad parecida al día del amor o al día de la madre. Ya lo había dicho antes, la supina ignorancia lleva a esta confusión lamentable y lastimosa.

Así en lugar de derechos reales que favorezcan la igualdad entre mujeres y hombres, las mujeres que trabajan reciben como “regalo” por esta fecha un día descanso, otros más imaginativos les mandan flores y los menos enterados reclaman ¿por qué los hombres no tenemos un día especial?

Peor aún, en un año electoral como el que vivimos en Oaxaca y en otras entidades del país, no falta quienes se aprovechen de Día Internacional de la Mujer para acordarse de que la otra mayoría existe.

En marzo de 1910, mujeres socialistas de 17 países se reunieron en Copenhague, Dinamarca, para analizar la situación de las mujeres trabajadoras y decidieron ahí establecer una jornada de lucha por los derechos de las mujeres. Así nació el Día Internacional de la Mujer, que en 1977 la Organización de las Naciones Unidas “oficializa”.

En México, en 1916 se realizan dos Congresos Feministas en Mérida, Yucatán, donde de igual forma las mujeres revisaron la que sería una propuesta de derechos tanto laborales, como políticos, civiles y sexuales. Sin embargo, años antes y de manera aislada, las mexicanas habían hecho propuestas principalmente en materia de derechos políticos.

En este año 2010, se cumple la primera centuria del Día Internacional de la Mujer, conmemoración que es actual, en tanto la mayoría de ellas, no pueden ejercer sus derechos, aun cuando están escritas en la Constitución Mexicana y en todas las leyes secundarias, además de Tratados, Convenios y acuerdos internacionales que se han escrito para tener un mundo menos desigual, en especial para las mujeres.

Por su origen, que no es otro que la reivindicación de los derechos de las mujeres que aspiramos a una vida mejor, sin discriminación ni desigualdad, es que cada 8 de marzo conmemoramos la fecha y reiteramos nuestras demandas.

De ahí que es absurdo el día de descanso, aunque para los sindicatos esa decisión signifique un logro; es lamentable que mujeres de partidos políticos locales hagan un pronunciamiento en estos días para demandar atención y no impunidad, como debo creer, por una o todas las mujeres violentadas. Y, pregunto, con toda seriedad, en dónde han estado todas esas mujeres de los partidos políticos en los últimos 30 meses que llevan desaparecidas las hermanas Ortiz Ramírez. Mujeres indígenas y pobres para quienes la justicia no ha llegado todavía.

Esta no es una celebración de ahí que sea grotesco que restaurantes, empresas de cosméticos y de tratamientos estéticos, entre otros muchos se cuelguen del Día Internacional de la Mujer, para ofrecer sus engañosas promociones. Sus estrategias de venta están fuera de lugar y sirven sólo para seguir creando estereotipos de mujeres.

No se vale hacer una “feria de la mujer”, desangelada y patética como gancho para iniciar una campaña política, como lo hicieron este domingo en el Llano de Oaxaca. Las mujeres requieren de algo más que espontaneidad y buena voluntad o incluso caridad, como lo hacen los programas asistencialistas que promueven los tres niveles de gobierno. Las mujeres no somos ni grupo vulnerable ni “pobrecitas mujeres”.

El Día Internacional de la Mujer es para reconocer a las mujeres y para exigir se salden las deudas, históricas deudas que tienen los gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad entera.

No se mire a sí misma, vea al resto de las mujeres. No piense en usted o las de su familia que si van a la universidad, piense en las que por vivir en una sociedad desigual no pueden terminar sus estudios.

No piense en que usted si puede votar, ya es candidata, tiene un puesto público o es servidora pública de algún gobierno, por favor piense en las otras mujeres, los millones de mujeres indígenas que esperan de usted, mucho más de lo que hoy, a cuenta gotas y en migajas se les ha dado.

Siga con ese ejercicio, piense en las mujeres torturadas sexualmente, en las desaparecidas, en las golpeadas por sus parejas, las que son disminuidas en su trabajo o vituperadas en la calle, en las que son castigadas en todas las formas de violencia feminicida o piense en las que han sido asesinadas en este país. Entonces, espero, comprenderá que todavía tenemos mucho que caminar, mucho que exigir, mucho que demandar.

Somos como dice la periodista Ana María Portugal “las olvidadas del milenio” y de varios milenios atrás. Ya vimos, nada se reduce todo crece de forma negativa y somos las mujeres quienes llevamos sobre nuestros hombros la carga más pesada que produce diferencia.

Las mujeres queremos decidir sobre nuestros cuerpos y evitar más mujeres mueran por practicarse abortos en lugares ocultos y clandestinos, queremos que más jóvenes terminen su educación y no tengan que dejar de estudiar porque un embarazo producto de violación, muchas veces del incesto, las lleve alejarse de las aulas.

Como dice la periodista Sara Lovera “las mexicanas nos estamos movilizando para parar la criminalización del aborto”, criminalización orquestada por legisladores y legisladoras que no alcanzan a ver más allá de sus propios intereses; nos enseñan que las otras mujeres no les interesan o no les interesaban porque ahora, con el proceso electoral, han vuelto la mirada tras sus votos.

Por eso el Día Internacional de la Mujer es un acto para reflexionar, para darnos cuenta que el trecho andado es incipiente, porque cuando caminamos un poco la pared del patriarcado vuelve aparecer.

Ojalá, como dice la regidora de Equidad y Género en Oaxaca, Bárbara García Chávez, nos diéramos cuenta que nadie va a luchar los las mujeres, excepto las mujeres, por eso tenemos que volver la mirada al resto de las mujeres, más allá de que representen votos.

Así como hay quienes aprovechan la oportunidad y hacen una “fiesta” cada 8 de marzo, hay otras mujeres que trabajan para lograr que la igualdad sea una realidad en el espacio privado y en el espacio público, lo hacen desde su conciencia de género, desde su ser mujeres, desde su alianza con las otras que como ellas coinciden en los mismos objetivos, sin vueltas de tornillo, sin dobles lenguajes, sin conveniencias políticas o personales.

Por eso es de reconocer a las mujeres de Oaxaca que trabajan en ese objetivo y lo hacen todos los días, no sólo el 8 de marzo o durante los procesos electorales. Son muchas aquí algunos nombres: Yésica Sánchez Maya, Ana María Hernández, Bárbara García Chávez, Zoila Ríos Coca, Angélica Ayala, Itabico Cruz, Rosario Sánchez Pacheco, Adriana y Emelia Ortiz, Sofía Robles, Flor Cervantes, Edita Alavés Ruiz, Ileana Hernández Gómez, Guadalupe Carmona, Aline Castellanos, Concepción Núñez Miranda, Ximena Avellaneda, Marta Aparicio Rojas, María Teresa Cruz Martínez, Beatriz Hernández Bautista, Rogelia González Luis, Tania Melchor, Paola Sesia, Silvia Urdaniva, Marta Castañeda, Marta Aparicio, Margarita Dalton, Leticia Briseño, Josefina Aranda, Gloria Zafra, Sara Brena, Patricia Jiménez, Itandehui Santiago, Socorro León, , Alessandra Galimberti, Silvia Bustamante, Nora Cancino, Alba Gabriela Cruz, Mina Fernández, Maricela Zurita, Araceli Gil, Cristina Galante, Elia Galindo, Blanca Avendaño, Gabriela Velásquez, Guadalupe Carmona, María Eugenia Mata García.

Son muchas, muchas más, decenas de mujeres, como las magnolias de acero, guerreras incansables, que desde sus espacios, desde sus organizaciones hacen todo lo posible, trasgreden lo establecido y lo convencional, derriban barreras, abren caminos, para conseguir la igualdad, el viejo anhelo de las mujeres que hará posible una sociedad libre y justa.

viernes, 5 de marzo de 2010

Entre lo divino y lo científico: El mundo de las parteras


En muchas comunidades indígenas de México las mujeres siguen prefiriendo que una partera las atienda al momento de dar a luz


CIUDAD DE MÉXICO, México, mar. 4, 2010.- Las parteras aún son personajes importantes en las comunidades indígenas de México, porque las siguen prefiriendo sobre los médicos en el momento del alumbramiento y para acompañar a la mujer con diversos rituales durante el proceso de gestación y momentos posteriores al nacimiento del hijo.

En los últimos años ha aumentado el número de matronas que cuentan con diploma médico de la Secretaria de Salud (SS), instancia que les imparte cursos sobre el tema; sin embargo, la mayoría de las mujeres de las comunidades indígenas acuden a los Centros de Salud y posteriormente con la partera para los rituales de nacimiento, como leer el cordón umbilical.
La "profesión" data de la época prehispánica, lo que se ha podido comprobar porque se encuentra plasmada en los códices precolombinos; los estudios antropológicos y arqueológicos también han identificado diosas prehispánicas que cuidan a las mujeres embarazadas y guían a las parteras.

Especialistas de la Coordinación Nacional de Antropología (CNA), del Instituto Antropología e Historia han llevado a cabo investigaciones en torno al papel que desempeñan las matronas en diversas comunidades del país, entre las que se cuentan las tepehuas de Veracruz y las nahuas de la Sierra de Puebla.

De acuerdo con los especialistas, durante el nacimiento de un bebé, en la mayoría de las comunidades indígenas de México se llevan a cabo ritos similares: la partera ayuda a la madre a dar a luz, la coloca en posición de cuclillas o de rodillas para que el parto sea más rápido y cómodo, si el nacimiento se tarda, le dan infusiones de determinadas hierbas a la embarazada para acelerar el proceso; al nacer el niño, la partera lo levanta y le sopla para alejar los males y corta el cordón umbilical con un carrizo.
LA PARTERÍA

El antropólogo Carlos Heiras Rodríguez, de la CNA, explicó la función de las parteras tepehuas de Veracruz: "están pendientes de las etapas de reproducción de la mujer, del proceso de gestación y embarazo, y ofrecen sus cuidados ante fenómenos astronómicos como los eclipses, para evitar que los bebés nazcan con labios leporinos o malformaciones, amarrándoles un listón rojo a todas las mujeres embarazadas durante la presencia del fenómeno".

La partera también se encarga de "convertir al niño, que viene del inframundo, en un ser social, para que su alma quede afianzada a este mundo.

"Los totonacas de Veracruz ponen cemento en el piso de sus casas, pero en todas dejan un ?cachito' de suelo de tierra para hacer distintos rituales, como enterrar el ombligo de las niñas recién nacidas. El enterramiento simboliza la búsqueda de un destino para el bebé", explica Carlos Heiras Rodríguez.

En los días posteriores al nacimiento del niño, a la madre se le realizan seis baños de temazcal, uno cada tercer día, para que su cuerpo deseche las impurezas que vienen con el nacimiento. En esos días también se debe lavar en el río la ropa ensangrentada de la madre, acompañada de súplicas a favor del bebé.

En tanto que la antropóloga Lourdes Báez Cubero, explica que "las parteras tradicionales nahuas de la Sierra de Puebla pueden leer el cordón umbilical para saber cuál será el destino del niño y si la mujer tendrá más hijos, la placenta también puede decir si están distantes los futuros nacimientos".

Después de "leerlos", el cordón y la placenta son enterrados; si es niña se sepulta dentro de la casa para que al crecer sea una mujer de hogar; si es niño, en la milpa o se cuelga en un árbol para que sea un buen agricultor.

"Para los nahuas de la Sierra de Puebla, la labor de la partera termina un año después del alumbramiento, con el último ritual: la entrega del niño a los padrinos, a quienes se les lavan las manos para limpiar las impurezas del acto sexual", comenta la investigadora del INAH.

Dijo que si una mujer muere en labor de parto es llamada ?cihuapipiltin' (mujer guerrera), que al fallecer acompaña al Sol en su trayecto del cenit hasta que desaparece en el poniente.
¿DON DIVINO?

Las parteras no sólo se dedican a atender nacimientos, también acompañan a los bebés durante los rituales o ceremonias que se realizan en el transcurso de su vida, como la primera menstruación de las niñas; piden a la mujer en matrimonio para que se case con su ahijado, y participa en el funeral cuando es el caso, es decir, está presente en todo el ciclo de vida de la persona que ve nacer, explicó la antropóloga Lourdes Báez.

Pero para fungir como partera, las mujeres y hombres que se dedican a este "oficio" deben tener el "don". Para saber si alguien está predestinado para ser partera o partero, el día de su nacimiento debe caer en martes o viernes, o en el día de un santo importante.

También el número siete es muy importante: si la madre de la futura partera tiene problemas a los siete meses de gestación y logra superarlos, el niño o niña que nazca tendrá el "don". Además, las parteras totonacas y tepehuas tienen sueños para reconocer su facultad.
PARTERAS CON CERTIFICADO MÉDICO

La antropóloga Lourdes Báez recordó que para mejorar la calidad en la atención de mujeres encinta que viven en áreas rurales dispersas y marginadas, la SS lleva a cabo cursos y talleres de actualización médica que se imparten en el Distrito Federal, Campeche, Morelos, Michoacán, Yucatán y San Luis Potosí. Para el 2005, ya 668 mujeres obtuvieron su certificado.
También los servicios de salud de Oaxaca han capacitado a cientos de parteras de la mixteca, en las comunidades de San Francisco Telixtlahuaca, Santo Domingo Nuxaa, Fortón el alto y San Juan Tamazolan, entre otras.

Y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha llevado a cabo la Reunión de Parteras Rurales, a la que han asistido también cientos de mujeres que se dedican a esta labor, a quienes se les habla de temas como la atención del parto en el agua y la difusión de los métodos anticonceptivos temporales y definitivos.

La capacitación de las parteras para que cuenten con mayor conocimiento al momento de asistir cuestiones médicas, se debe a que muchas mujeres indígenas se niegan a abandonar los usos y costumbres heredados por sus ancestros; de esta manera, se protege el patrimonio intangible y al mismo tiempo se les ofrece atención adecuada a las personas que viven alejadas de los Centros de Salud.

INFORMACIÓN CORTESÍA DEL INAH